miércoles, 23 de febrero de 2011

- ASTAROTH -


Septiembre 2010
           
            Alguno os preguntaréis ¿quién o qué es Astaroth? Pues si alguien se hace esta pregunta les ayudaré diciendo que se trata del demonio, Lucifer, Isthar, Caín, Satanás,... pero es el demonio portador de sueños, además protagonista de mi canción preferida de Mago de Oz.

            Siempre me han llamado la atención los sueños, ¿por qué soñaremos?, ¿por qué soñamos con lo que soñamos?, ¿tiene alguna repercusión en el futuro?, ¿tendrán más relación con el pasado?, ¿se trata de inquietudes?, ¿obsesiones?, ¿sueñan más las personas con más imaginación?, ¿y las pesadillas?, ¿sueños sin sentido?, ¿se pueden interpretar? Todo un misterio. Es impresionante que hayamos llegado a la luna, alcancemos velocidades supersónicas, tengamos internet en los teléfonos y por contra sepamos tan poco de una cosa tan cotidiana.


            Un día durante la feria del libro ojeé un ejemplar de interpretación de sueños, parecían cosas sin sentido, si te perseguía un toro es que tenías un problema, o estabas enamorado, casi siempre es lo mismo, sueños por el estilo. También algún día habló de sueños el amigo Iker Jiménez, recuerdo que si durante el sueño se te caían los dientes es que habías salido de un problema, o que te habías quitado un peso de encima. Y es esto lo que me lleva a escribir estas líneas.

            Llevaba un verano muy agitado mentalmente, mi cabeza estaba peor que mi habitación, mi futuro estaba nublado, no tenía hogar. La solución a muchas de las dudas pasaba por dos exámenes. Ayer fue el último de ellos, y aunque no me salió nada bien noté bastante alivio, ¿empezaban mis vacaciones?. Pues esa misma noche, bueno, creo que ya era de día (tengo el sueño cambiado) en uno de mis sueños notaba como bastantes dientes se me movían y tras comprobarlo con la lengua se caían con mucha facilidad. Los almacenaba en mi boca, notaba que quedaban pocos, muy pocos. Los dejo caer sobre una toalla que había cerca, solo me quedaban los incisivos inferiores, me acordé entonces de que eso era un sueño común y como era tan raro desperté. Me puse a pensar, era cierto que me había quitado un peso de encima, pero quedaban dos dientes, dos dientes importantes, me sorprendió el sueño, además no me gustan los problemas relacionados con la boca.

            A la tarde en la siesta el dios de los sueños si que me la coló. En este se me movía un colmillo, lo comprobaba con la lengua y cada vez se movía más hasta que pendía de un hilo, decidí estirar y el colmillo quedó entre mis dedos, un hilo colgaba de él, en la base estaba un poco negro, en el sueño como en la realidad estaba tumbado en el sofá del salón. Dejo el diente al lado de la almohada y pienso en si volverá a salir, en si se notará mucho, pero pronto cambio de sueño.
           
          No me gustan estos sueños, prefiero los sueños con ella. Hazlo por mí Astaroth.



martes, 22 de febrero de 2011

- HOGAR -


Agosto 2010

Nunca antes lo había hecho. Daba mucha pena. Recoger las cosas de aquella habitación donde había dormido los últimos cuatro años provocaba una tristeza muy grande, comparable a la muerte de algún conocido cercano. Aquella habitación nunca la vi como mía, nunca hice un taladro, ni me encargaba de arreglar las cosas que se rompían, nunca gaste un euro en ella, ni la limpié con entusiasmo. Pero eran cuatro años entre esas cuatro paredes, cuatro años en los que escasas personas pisaron esas ochenta baldosas, allí disfruté de un espacio personal, donde nadie podía entrar, donde nadie me podía decir que lo colocase de otra forma, que recogiese, que ordenase. Solo la ocupaba durante el periodo escolar, y tan solo de lunes a jueves, algún año los domingos, otro los viernes, y muy ocasionalmente los fines de semana. La cama era pequeña, no me entraban bien las piernas, la colcha estuvo rota los cuatro años, casi siempre hacía la cama, aunque fuese tarde, cuando estaba solo en el piso y sabía que no vendría nadie dormía en el sofá, también cuando venía algún invitado. En mi casa de siempre ya no dormía en mi cama, dormía en el sofá del salón, ponía la excusa de la tele, todas las habitaciones tenían tele menos la mía, puede que fuese por eso o puede que fuese porque casi siempre estaba llena de trastos, o puede que porque el vecino hacía mucho ruido, o porque lo mataron, o porque a veces dormía alguno de mis padres en ella huyendo de los ronquidos del otro, o simplemente porque ya no era mi cama.
Los últimos meses en Madrid habían pasado por el piso más personas que en el resto de mi estancia, fueron unos meses buenos, vinieron bastantes compañeros/ as de clase, alguna amiga, veíamos partidos, estudiábamos, dormíamos, jugábamos,... Aquella ciudad que tanto había criticado, que había llegado a odiarla en ocasiones, me tenía enamorado, me encantaba pasear por ella, ver a su gente, respirar su humo, ver sus museos, hablar con sus desconocidos, correrla de noche, observar sus edificios,... y gran parte de culpa la tiene una mujer.
Hoy, mientras recogía pensaba en que cada una de las cosas que hacía allí serían las últimas, recordaba buenos momentos, ese piso me daba suerte. Siempre criticaba el agua de Madrid, pero aquella tarde me hinché a beber, hacía mucho calor. Puse en el radiocasete el disco de “Dos pájaros de un tiro”, aquél que me acompañó más tiempo, deseaba que fuese la banda sonora de mi estancia en ese piso, con canciones alegres, canciones tristes, canciones de amor y mucha calidad. Deseé que el radiocasete fuera la última cosa que saliese del piso conmigo, mientras no hubo tele sonaba a todas horas, por las mañanas me acompañaba “Hoy por hoy”, por las noches “El larguero” y de madrugada “Hablar por hablar”, el resto del tiempo discos, la mayoría de Sabina. Fue muy triste, ahora cuando fuese a Madrid ¿qué haría?, ¿dónde dormiría?. Llegué a mi casa harto de subir y bajar escaleras, de cargar con ropa y comida, del viaje,... no me apetecía hablar con nadie, necesitaba soledad. Bebí agua directamente del grifo, no me gustó nada, aquello que defendía de que el agua que te gusta es a la que estás acostumbrado era cierto, y creo que me había acostumbrado ya a otro agua. Ese ya no era mi hogar, ahora no tenía hogar, había entregado sus llaves.


A la tropa de Loreto por descubrir este rincón
y que sin su internet no sería posible
(aunque sean mala gente).

miércoles, 9 de febrero de 2011

Siempre hay motivos


Tenemos poetas, colgados canañas,
Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma,
abuelos que siempre ganaban batallas,
caminos que nunca llevaban a Roma.


No todo está perdido.
Nos queda la primavera.

lunes, 7 de febrero de 2011

jueves, 3 de febrero de 2011

- ENCONTRAR UN CHORIZO -


El día 3 de febrero, por San Blas, en algunos pueblos de la comarca de Tarancón se celebra una antigua y simple tradición. Esta consiste en ir al campo (normalmente al paraje de la ermita) con un bocadillo de tortilla de patata y chorizo en un panecillo redondo hecho en especial para este día, de postre naranja. Tan simple como esto, se convierte en una de las festividades más concurridas, esperadas y divertidas. Si el día acompaña es genial para aprovechar un día rodeado de amigos o familiares, y naturaleza.

            Los más pequeños corretean entre los árboles, saltan a la comba, patean balones, hacen de exploradores, escalan. Mientras, los no tan niños, acompañados de litros de cerveza ríen, cantan, charlan, juegan. No se necesita mucho para pasarlo en grande.

            ¿El fondo religioso en todo esto? Si lo hay, lo desconozco.

            Este día es elegido como fiesta en los colegios. Recuerdo un año de instituto que el director era de fuera, no comprendía las tradiciones populares, decidió no dar este día como fiesta y colocarlo vecino a otra festividad para darse unas vacaciones. Amenazó a los alumnos que no asistiesen, intentamos negociar con salir antes, no aceptó. Como buenos taranconeros nos saltamos las dos últimas horas de clase para preparar nuestros bocadillos y desplazarnos a la ermita. El director lleno de orgullo nos dejó sin viaje de fin de curso, contra padres, madres, vecinos y alumnos (lo exagero un poco). Cumplimos con nuestro deber. Unos años después se largó lejos, no dejó ningún amigo.

            Después, los años que estudié en Madrid, siempre guardamos la tradición. Al menos en cuanto a comida, lo bonito de ir al campo con quien quieres no, hay poco campo en la capital y es periodo de exámenes.

            Hoy, en Milán, me vienen recuerdos. Cuando jugaba al fútbol bajo el sol, aún con el bocadillo en la mano que mi exagerada madre había hecho, y yo tan lento acababa siempre el último  mitad del partido mientras mi madre me gritaba “acábate el bocadillo”. Cuando grababa un video a un amigo sobre como comer una mandarina. Cuando otro cruzaba el horizonte con un paquete de pañuelos en la mano para hacer sus necesidades. Cuando nos tirábamos con cartones desde lo alto de la ladera a modo de trineo. Cuando debatíamos sobre el paradero de las chicas de clase. Cuando estaba totalmente concentrado en el partido y mi madre gritaba “ponte la chaqueta”. Cuando la ermita era infinita. Cuando se posaban las cigüeñas en el campanario y tu abuelo te recordaba “por San Blas las cigüeñas verás”. Cuando se iba poniendo el sol y mis amigos se iban retirando.

            Comí mi tortilla de patatas, en un pan redondo de poquísima calidad, sin amigos ni familiares, sin árboles, sin cigüeñas, de postre naranja, pero encontrar un chorizo en este país es misión imposible.


PD: El chorizo siempre se me caía. Mantener un bocadillo redondo muy abultado con una mano mientras juegas al fútbol tiene su dificultad.

BUEN SAN BLAS


miércoles, 2 de febrero de 2011

- SOBRE EL DESTINO DE UN PAÍS -


     Egipto está sumergido en una revuelta popular contra el gobierno, contra la dictadura, contra Mubarak. Viendo que a sus vecinos los tunecinos les salió bien ¿por qué no imitarles?. Cada día se organizan manifestaciones (o sin organizarlas) repletas de banderas de Egipto, de Palestina, de Túnez, de partidos políticos, de carteles contra Mubarak, de jóvenes, de adultos, de niños, de policías.

     En mi calle está situado el consulado de Egipto de Milán, y es allí donde se reúnen y alzan sus voces. Italianos de algunos partidos de izquierdas protestan junto a ellos por conseguir un país mejor. Carecen de un líder que pueda organizarles, pero siempre surgen naturalmente. Son miles las personas que se juntan a reivindicar un país libre, hacen más ruido que en El Cairo. Cortan las calles próximas a Loreto, la plaza que durante unos días vio colgado a otro famoso dictador.


     La policía intenta evitar que avancen, que entren al consulado. Los más formales separan a los radicales de la policía. La policía con cascos, porras y escudos antidisturbios forman una barrera. Refuerzas sus “lecheras”. En algún policía se aprecia el deseo de recibir la orden de empezar a repartir palos, mientras apura el cigarro todo protegido sus ojos reflejan sangre, mientras en primera fila del otro bando se encuentran niños a hombros de sus padres agitando los brazos y dando voces como sus mayores.
Muchos me confundían con un periodista, posaban para mí, pedían que les sacara fotos y me preguntaban que en que periódico saldrían. Situado en todo el centro de la revuelta echaba de menos una buena cámara. La policía retrocedía. Tuve que cambiar tres veces la bicicleta de sitio debido al avance de la manifestación. No podían ocupar Loreto, sería mucho trastorno al tráfico, no les dejaban avanzar más, llegaron a un acuerdo una mujer que hacía de líder con el jefe de policía, los desviaron por una calle oscura y poco importante.

     La batería de mi cámara se acabó y volví a casa para dejar la bici y coger la de video. Frente al consulado sonaba en unos grandes altavoces “Bella ciao”, no pude dejar de cantarla en toda la noche. Los volví a encontrar en Loreto pero eran bastantes menos, se peleaban por ser entrevistados por los medios de comunicación. Negociaban la manifestación del día después, el jefe de policía contaba que la ley italiana establece que para ser legal debe ser convocada con tres días de antelación, pero siempre se pueden hacer cosas al margen de la ley. Entre los siete que estábamos se hizo una votación, era en árabe. Mientras, al igual que algunos intentaban hacerse los líderes, otros intentaban ser profetas, dando discursos escupiendo saliva por encima de las masas de gente a la luz de las grandes cámaras de video. Algunos de sus discursos eran antioccidentales y los aplausos tronaban en la plaza. Se fue disolviendo poco a poco. Entre ellos se observaban disputas, por los métodos, por su gobierno, por su futuro.

     Cuando no pasábamos de la veintena las “lecheras” fueron recogiendo a los policías, que con tristeza subían quitándose las protecciones, hoy no habían dado palos.
Después venían las reflexiones. ¿Es correcto utilizar a los hijos con fines políticos, en lugares peligrosos? Creo que no es el lugar más apropiado. ¿Los antidistubios disfrutan repartiendo? Sus caras decían que sí. ¿Eliminar un dictador? Sí, siempre. ¿Egipto está en condiciones de imitar a Túnez? No, Túnez está llena de franceses con larga tradición democrática. ¿Dejar el gobierno en manos del destino con miedo a que los grupos radicales antioccidentales se hagan con el poder?